jueves, 28 de julio de 2011

A la siguiente estación porfavor

Siempre han dicho que variar es bueno, que es sano, y para mi seguramente lo es. Gracias a dios no me tomó mucho tiempo descubrirlo, el problema es que no debo olvidarlo. Aunque no creo que lo haga sólo por el hecho de que nunca me ha gustado la monotonia, pero siempre estamos expuestos a irnos por aquel camino, por aquel error.
Muchas veces antes de hacer un cambio en nuestra vida, algunos no querrán cambiar, quizás por miedo a lo desconocido o demaciado apego a lo conocido y simplemente se preguntarán: ¿Para que cambiar algo, si mi vida está perfectamente asi? Pues si lo creen asi es porque probablemente asi sea y el cambio quizás según ellos estaría mal. Lamentablemente no podemos quedarnos en una estación de trenes toda la vida, la vida misma no lo permitiría y ella misma iría cambiando de tal manera que de pronto y sin darnos cuenta estaremos en otra estación, con otras personas, haciendo cosas diferentes, dejando atrás una simple estación más en el itinerario como un recuerdo antiguo.
Sin embargo, y con la misma importancia estan los muchos que buscan cambiar, los inconformes. Su aire no les gusta, su ambiente no les agrada o simplemente han tenido que esperar mucho tiempo en una estación sin la oportunidad de viajar a otras. Son los cansados, los que consideran que el tren ha demorado mucho y no lo quieren esperar más (cosa que alfinal terminan haciendo de todas formas). Pues el tren es astuto, y nos dejará en una estación cierto tiempo, el suficiente para aprender lo suficiente de aquella y mientras no logremos lo que el tren se haya propuesto para nosotros no nos vendrá a buscar.


Si bien el tiempo de cada uno en una estación determinada es diferente, y el camino que recorrerá nuestro tren también, todos tenemos un mismo destino. Sí, el mismo para ti y para mi y para los millones de pasajeros que han pasado y pasarán por aquella última estación. Algunos ya cansados de viajar que han visto lo suficiente, otros que no pudieron ver todo lo que el viaje tenía para mostrar antes de llegar al destino final y otros que solamente se han dejado llevar por el tren.
Y si la vida fuera como una estación de trenes y nosotros sus pasajeros, deberíamos saber que el cambio es inevitable, que por mucho que odiemos o amemos una estación tarde o temprano el tren nos vendrá a buscar para llevarnos a otra, y a otra, y así. Hasta haber conocido personas, lugares, trabajos, sueños o pensamientos diferentes. Que temerle a lo desconocido es tan inútil como apegarse a lo clásico, y que temerle a lo clásico es tan inútil como apegarse a lo desconocido.
Es la vida, y sobretodo es el juego que debemos jugar. El cambio, el importante cambio, el variar, el darse cuenta en donde estabas ayer, mirar donde estás hoy e imaginar donde estarás mañana. Porque el tren será sabio y por más de una estación vas a pasar. Porque un buen pasajero de este tren tiene que aprovechar cada destino como pueda, y el que tiempo que se le permita quedarse allí, aceptar al tren y sumergirse sin problemas a buscar nuevas estaciones, nuevas aventuras, nuevas eras. Pero lo más importante de todo, es que un buen pasajero al final del camino, en aquella última estación y destino, tenga en su pasaporte un timbre con cada estación que recorrió por muchas o pocas que hayan sido y al costado de aquel timbre unos apuntes personales de que cosas vivió, sintió, conoció y aprendió en cada una de ellas.
¿Y tú, qué estaciones has recorrido hasta ahora?

viernes, 1 de julio de 2011

Tememos al cambio cómo a la misma monotonía

Planes para el futuro, proyectos de vida, lista de cosas por hacer o quizás una agenda por cumplir. ¿Quién no ha hecho alguna de estas cosas? ¿Quién no se ha organizado en algo? Sin duda todos queremos cumplir metas, cumplir sueños, anhelamos el futuro, nos preparamos para algo.
Aveces lo que tenemos preparado para nosotros se cumple, hicimos lo que teniamos organizado para aquel día, para aquella semana o mes. Pues muchas veces aquello que habiamos planeado no sucedió cómo quisimos, no fué lo que esperabámos ni lo que creíamos. Quizás fué aquella pequeña nota que no te dejó entrar en la universidad que querías, quizás fue ese llamado que te impidio ir a aquella cita, quizás fué esa persona que no tenías escrita en tu itinerario de vida. Pero simplemente fue fuera del plan. Es aqui cuando nos asustamos, el miedo a no lograr lo que queríamos nos asusta, porque algo o alguien nos ha cambiado todo. Aquel hijo que no esperábamos, ese amor que no queríamos, un accidente que no estaba en la historia, puede ser cualquier cosa. Pero sea lo que sea nos asusta, tememos al cambio cómo a la misma monotonía. Y nos sentimos completamente atrapados en esta realidad que no esperabamos. Sin embargo, lo que no sabemos, lo que ignoramos, o simplemente lo que no vemos, es que la vida no es aquello que planeamos que suceda, si no aquello que sucede mientras planeamos otras cosas.
¿Quién dijo que no lo podríamos lograr de otras formas? ¿Quién dijo que un contratiempo nos haría perder? Pero más aun ¿Quién dijo que no puedo lograr otras cosas? Metas, metas y metas. Hay muchas, demaciadas quizás... Pero son las que nos mantienen vivos, nos mantienen no sólo a pie si no que caminando, luchando, aspirando pero sobre todo viviendo. Si alfinal de cuentas, los planes son el borrador, la espontaneidad de la vida es la copia verdadera.